martes, 25 de junio de 2013



Sed de Dios
No te conformes, no te acomodes


No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal
para que no obedezcáis sus lujurias.             
Rom. 6:12

Hay grandes trechos de desierto en Idaho. Puede sonar emocionante vagar solo por esas regiones indómitas, pero es peligroso.
   De la misma forma, cada incursión que hacemos en el pecado tiene su precio “ALTO”, por cierto.  Sacrificamos nuestra cercanía a Dios y perdemos su bendición (Salmo 24:1-5), en consecuencia perdemos también nuestra influencia sobre los demás que viene de la pureza de mente y el cuerpo.
   Se me ocurre pensar que las áreas salvajes que hay en nuestra vida, en nosotros, puede que nunca sean totalmente domadas, pero podemos establecer límites que impidan vagar por ellas.
   Uno de los límites  es recordar que estamos muertos al poder del pecado (Rom. 6:1-14). No tenemos que ceder a él. No sé cómo llega a ti, pero en mi comienza en la mente, si sé que todo lo que piense puede traer a mi vida una connotación positiva ó negativa, entonces seré más cuidadosa con que decido pensar.
   El salmista decía que la meditación en la palabra día y noche debe ser en nosotros un estilo de vida, continuo, o ¿con qué limpiará el joven su camino?, con guardar tu palabra (es la respuesta) ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar sus estatutos!
   Antes de acomodarme y decir “es que soy carne” puedo decir, decido honrarte con mi pensamiento. Recordemos lo que dice el salmista: Toda palabra que decimos en la tierra es escuchada en el cielo, en sus palabras: Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda (Sal.139:4). Aquí está mi primer freno.  Decido honrar a Dios con todo cuanto piense y diga. 
   Con todas mis fuerzas lo intentaré. No quiero anfibios en mi mente. No significa que no puedan colarse y que no estén en este momento, pero me gusta mucho un afiche que dice: “si quieres escuchar la voz de Dios, bájale el volumen al mundo”. 

 El segundo límite es resistir la tentación cuando nos atraiga por primera vez. La
tentación inicial puede no ser fuerte, pero si la entretenemos, con el tiempo gana poder  y abruma. Recuerdo lo que dice Santiago: Resistid al diablo y él huirá de vosotros.
¡Cuidado! Mientras más contemplas la tentación mejor se ve y es  nuestra vida la que está en juego. Es mejor salir corriendo y dejar las ropas en manos de la mujer de Potifar como lo hizo José, y aun cuando no estés parado en el borde, ella no tiene ningún problema con seducirte y buscarte.
   No sé cómo se llaman tus ranas, pero anfibios fríos, ¿dices que son inofensivos?, el pecado o la tentación se ven igual, inofensiva al principio, pero fría siempre…silenciosas, menos cuando llueve y aun cuando cantan, así que no permitas que lo hagan a tus oídos, puede llegar el momento en que quizás sea grato a tu oído o simplemente te conformes. ¿Tienes potestad para hacerlas callar?  ¿Qué esperas?
   A veces suena fácil, aunque por lo general suele ser más difícil. Me ha sajado la piel, muchísimas veces, duele, lo sabemos, pero dolerá más si permitimos que se queden.
   La impureza es  destructiva, pero si anhelamos santidad y pedimos ayuda a Dios, Él nos dará la victoria. No olvides que si alimentas tu fe, tus dudas morirán de hambre; escribe tus planes con lápiz y dale el borrador a Dios, así te aseguras de que sea su voluntad y no la tuya.

Mileidy Caballero Calzadilla
 

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